viernes, 18 de noviembre de 2011

LA MEDIDA DE UNA MUJER

Dios en su misericordia nos ha dejado por escrito el ejemplo, el paradigma, la referencia de mujer de Proverbios 31, como el parámetro del perfil de una mujer realizada a plenitud.
Inspirados en la mujer virtuosa del capítulo 31 de Proverbios, se han escrito muchos libros y artículos, se han predicado muchos mensajes y charlas. La razón de todo este esfuerzo es que esta mujer es un ejemplo digno de imitar: es ella, simplemente, el prototipo de mujer que Dios quisiera encontrar en cada una de sus hijas.
Virtud es la disposición constante del alma, que nos invita a obrar bien y a evitar el mal. Yo entiendo, entonces, que una mujer virtuosa ha logrado cultivar en su vida toda una serie de cualidades que van desde la honradez y la diligencia hasta la gracia y la sabiduría.
La mujer dispuesta a agradar a Dios es aquella sujeta al propósito divino de salvaguardar la familia por encima de todas.El mundo de hoy ha llegado a un plano de deterioro tal que ya a un alto porcentaje de las mujeres no les preocupa ese asunto de las virtudes, la moralidad y el recato.
La degeneración actual nos quiere vender la idea de que esta mujer de Proverbios y cualquier otra con una filosofía de vida similar está pasada de moda, en discordancia con la sociedad y, por ende, no es un modelo a seguir. Pero Dios en su misericordia nos ha dejado por escrito el ejemplo, el paradigma, la referencia de esta dama, como el parámetro del perfil de una mujer realizada a plenitud.
El Señor destaca la actitud de esta mujer virtuosa en el contexto del hogar. La relaciona básicamente en el seno de su familia. Es decir, que la mujer dispuesta a agradar a Dios es aquella sujeta al propósito divino de salvaguardar la familia por encima de todas las filosofías, enseñanzas y atractivos materiales de este mundo.
Esta mujer virtuosa no es conformista, de esas resignadas al sufrimiento, a la miseria y al abandono. Pero tampoco es el molde extremo de la mujer «liberada» del siglo XXI, para la cual la familia se supone que es importante, pero rehuye tal compromiso, y se lleva bien solo con aquellos que le prodigan la consideración y los derechos que ella exige.
La mujer virtuosa es feliz: ella es el apoyo de su esposo. Es difícil para él prescindir de ella. No compite con su marido, sino que lo apoya, lo exalta, consigue aligerarle la carga; es una esposa eficiente en realizar lo que le corresponden y él puede confiar y descansar en ella.
La mujer virtuosa es difícil de hallar, es escasa y la Biblia la compara a las piedras preciosas. Una mujer así es un refugio para su esposo, es un amparo para sus hijos y un testimonio para el pueblo. Esa mujer dará a la patria hijos seguros de sí mismos, responsables y conscientes de sus deberes y obligaciones. Ella brindará prosperidad espiritual y material a su familia.
La mujer virtuosa no busca las glorias de este mundo. Todo lo contrario, en su obediencia al Señor trabaja por el bienestar de los suyos. Su entrega y dedicación, su servicio y sabiduría provocan la admiración de todos los privilegiados de conocerla y de estar cerca de ella.

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